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  • flecainide acetate Con el mismo enfoque de gradualidad

    2018-11-13

    Con el mismo enfoque de gradualidad, quizá resultase aconsejable crear un gravamen flecainide acetate las transacciones financieras. Aquí se perseguirían no sólo fines recaudatorios o de progresividad impositiva, sino frenar la especulación financiera que está en la raíz de las crisis recientes, incluida la global de 2008. En Brasil se implantó exitosamente durante más de una década y también podría dar cabida a acciones más amplias de carácter multilateral. Al respecto, han surgido repetidamente iniciativas, sobre todo en la Unión Europea, pero hasta ahora ha prevalecido la oposición de la banca internacional y la de algunos países donde se concentran los servicios financieros (Estados Unidos, Inglaterra, Japón). Otro paso, moral y políticamente, indisputable consistiría en impulsar al alza los salarios mínimos para iniciar la cadena de ajustes a las remuneraciones rezagadas al trabajo. Por supuesto, las acciones serían de corte nacional para tomar en cuenta las condiciones precisas de cada país. Sin embargo, sería oportuno un mínimo de coordinación internacional a fin de cerrar la brecha entre una capacidad de producción parcialmente ociosa y una demanda mundial insuficiente (véase de nuevo al cuadro 3). Hay, desde luego, opciones más o menos posibles de formar frentes amplios, coaliciones políticas distintas, aún en ausencia de hechos traumáticos —como la profundización o repetición de la crisis global— que asociaran a gobiernos con corporaciones productivas no financieras, con empresas medianas y pequeñas, con trabajadores, con las clases medias, con los grupos informales y con otros miembros de la sociedad interesados en frenar los excesos de los mercados, en redistribuir ingresos y en devolver poder ordenador a los estados. Sacar de la hibernación a la democracia global y de los países es un imperativo categórico, aún siendo desiderátum utópico mientras subsista el dominio de los paradigmas neoliberales. El cambio llegará tarde o temprano vía la acción humana, al persistir y aún ahondarse las fallas estructurales del mundo, que a la postre obligarán a cambiar los paradigmas de la protección social.
    Introducción ¿Qué explica la riqueza de las naciones? Era ésta una pregunta de fondo que los economistas clásicos se hacían a fines del siglo xvii. ¿Por qué hay países pobres y países ricos? ¿Cómo se distribuye el ingreso de una nación entre los salarios y las diferentes formas de remuneración al capital? David Ricardo planteaba esta interrogante como el tema central de la economía política.
    La dinámica del empleo y los salarios Una condición esencial para elevar los niveles de ingreso y de vida de la población y abatir los niveles de desigualdad y de pobreza en un país en desarrollo es promover un patrón de crecimiento con generación de empleo productivo que logre sostenerse por un período amplio. Ésta, sin embargo, no ha sido la pauta de la economía mexicana, donde el motor del crecimiento de los años sesenta y setenta perdió impulso a principios de los años ochenta y no lo ha podido recuperar. Dentro de este contexto de muy débil crecimiento económico, que se ha extendido por tres décadas, la dinámica del empleo formal se ha visto progresivamente amortiguada. Este debilitamiento ha coincidido con un período histórico en que la población en edad y capacidad de trabajar se ha multiplicado dos veces y media, y que hoy cuenta con una alta proporción de jóvenes, no vista antes. Un resultado de estas dos tendencias es que los nuevos empleos han resultado insuficientes para absorber tanto a la alta oferta de mano de obra que anualmente se suma al mercado de trabajo, como a la población que ya no encuentra ocupación en el campo. La debilidad en la creación de empleo formal se puede apreciar en la siguiente gráfica, en la que se muestra el número neto de nuevos empleos asalariados formales creados por década, con base en los registros los registros del imss, del issste y de Pemex. En comparación con los 3.9 millones de nuevos empleos formales netos generados en la década de los ochenta, en el primer decenio de este siglo solo pudieron crearse 1.8 millones de nuevos empleos formales.